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#GRANDES PROYECTOS #Cambio climático #Océanos y mares

Los científicos del proyecto Malaspina inician la primera expedición oceanográfica española en el Índico

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Los científicos del proyecto Malaspina zarpan el viernes, 11 de febrero, de Ciudad del Cabo (Sudáfrica) rumbo a Perth (Australia) para dar inicio a la primera expedición oceanográfica española en el océano Índico. A bordo del buque Hespérides, los investigadores emprenderán la cuarta de las ocho etapas de la expedición Malaspina, liderada por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), para estudiar la biodiversidad del océano profundo y el impacto del cambio global en una de las regiones menos muestreadas del planeta.

 “Vamos, probablemente, a duplicar el número de datos en todos los campos de estudio, porque es una de las zonas menos estudiadas del planeta”, explica el investigador del CSIC Jordi Dachs, jefe científico de esta campaña en el Índico. En concreto, los investigadores esperan obtener información que ayude a descifrar las claves del actual estado de esta región que, al estar tan alejada de los continentes, es además la que menos impacto humano recibe. “Obtendremos datos nunca antes medidos, especialmente en contaminantes, una variable de la que no existe apenas información en esta región”, agrega el investigador.

Completada la segunda etapa de la expedición

El pasado 6 de febrero, el Hespérides, perteneciente a la Armada Española, llegó a Ciudad del Cabo completando la segunda travesía de la expedición, liderada por el investigador del CSIC Carlos Duarte y en la que participan más de 400 científicos de todo el mundo repartidos en 27 grupos de investigación. El 13 de enero el buque culminó en Río de Janeiro la primera fase del proyecto, iniciado el 15 de diciembre con la salida oficial de Cádiz.

Durante las tres semanas que ha durado la navegación desde Río de Janeiro a Ciudad del Cabo, los científicos han realizado una prospección del ecosistema del océano hasta 4.000 metros de profundidad con redes, botellas de muestreo y sondas en 18 puntos. Además, han medido la concentración de dióxido de carbono en el mar.

Según el investigador del CSIC Pep Gasol, jefe científico de esta segunda etapa, los científicos han recogido más de 2.000 muestras de agua para su posterior análisis y más de 400 muestras de zooplancton marino desde los 4.000 metros de profundidad hasta los 10 primeros centímetros desde la superficie.

Además, han analizado más de 2.000 muestras para estudiar la actividad de las comunidades microbianas que viven en el océano, así como más de 6.000 muestras de la abundancia, la composición y la actividad de organismos fotosintéticos marinos.

Entre las muestras recogidas, han conseguido reunir cuatro procedentes del océano profundo. “Hemos obtenido muestras del océano profundo concentradas, después de ultrafiltrar más de 200 litros de agua de mar en cada ocasión. Son, probablemente, las muestras más profundas tratadas de esta manera hasta la actualidad”, señala Gasol.

Hitos tecnológicos

Los investigadores han lanzado cuatro boyas ARGO y dos boyas SMOS para mejorar los datos globales de observación del océano. Las ARGO son capaces de medir la temperatura y la salinidad del océano desde la superficie hasta una profundidad de 2.000 metros. Las boyas SMOS, que servirán para completar los datos tomados por el satélite de la Agencia Espacial Europea del mismo nombre, han sido diseñadas para medir la salinidad a 50 centímetros de la superficie. Ambas tecnologías transmiten por satélite la información que recogen y seguirán haciéndolo durante al menos tres años.

Gracias a un patín, un aparato que obtiene muestras de la capa más superficial del océano, los investigadores han comprobado la presencia de grandes cantidades de fragmentos minúsculos de plástico, “incluso –detalla Pep- en el giro del Atlántico Sur, una zona muy alejada de los continentes y donde la actividad industrial humana es casi inexistente”. Los científicos temen que estos plásticos puedan llegar a interferir en la dinámica de las comunidades naturales marinas en esta zona.

Durante esta segunda etapa, la expedición Malaspina ha obtenido imágenes inéditas de las profundidades marinas. Gracias a una cámara digital, fabricada por científicos de la Universidad de Oviedo, que soporta 500 atmósferas de presión, se han fotografiado las pequeñas partículas de materia orgánica que forman la llamada nieve marina. Las imágenes ayudarán en el futuro a analizar la interacción de estas partículas, que caen al fondo marino de forma similar a la nieve, con los organismos del océano profundo.

La expedición Malaspina es un proyecto Consolider-Ingenio 2010 del Ministerio de Ciencia e Innovación. Durante nueve meses, recorrerán 33.000 millas a bordo de los buques Hespérides y Sarmiento de Gamboa, del CSIC. Durante este tiempo, los científicos recogerán 70.000 muestras de aire, agua y plancton desde la superficie hasta una profundidad de 5.000 metros.

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