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La investigadora Londa Schiebinger exhorta a usar el análisis de género para impulsar la ciencia de excelencia

La historiadora de la Universidad de Stanford ha advertido hoy en el CSIC que no incluir las perspectivas de sexo y género desde el principio “cuesta vidas y dinero”

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La investigadora Londa Schiebinger, catedrática de Historia de la Ciencia de la Universidad de Stanford y referente internacional en estudios de género, ha exhortado hoy en la sede central del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) a usar el conocimiento que aporta el análisis de género y sexo para mejorar los métodos de investigación científica y la innovación. La historiadora ha señalado, como en otras ocasiones, que “investigar sin incluir las perspectivas de sexo y género cuesta vidas y dinero”.

En su conferencia titulada Innovaciones de género: aumentando la excelencia en la investigación y su impacto, Schiebinger (Lincoln, Nebraska, Estados Unidos, 1952) ha citado diversos casos en los que el estudio de género mejora los métodos científicos e impulsa la innovación.

La ponencia, que se enmarca en los actos de conmemoración del 80º aniversario del CSIC, ha contado con la asistencia del ministro de Ciencia, Innovación y Universidades en funciones, Pedro Duque, que ha dedicado unas palabras a la trayectoria de la historiadora estadounidense. También han asistido la secretaria de Estado de Universidades, Investigación, Desarrollo e Innovación, Ángeles Heras, así como la presidenta del CSIC, Rosa Menéndez.

Coordinadora del proyecto de investigación Gendered Innovations o “innovaciones de género”, las cuales suponen “integrar el análisis de género como requisito antes de empezar una investigación”, la historiadora ha comentado el caso de los estudios con células madre. Tras diferenciar entre sexo (que integra aspectos biológicos) y género (referido a los aspectos sociales y culturales), ha subrayado que hay que tener en cuenta el sexo de la célula. En el caso de los trasplantes, por ejemplo, la perspectiva de sexo es una variante clave.

“También hay que mirar la interacción entre sexos porque hombres y mujeres, también los animales, se estudian normalmente por separado y es un error. En el caso de los roedores, los machos no muestran su dolor si hay otros machos presentes, incluso si esos machos son los científicos, hombres, que están llevando a cabo el estudio”, ha recalcado la investigadora de Stanford.

Para Schiebinger, otro campo donde se observan “errores fundamentales” es el de la inteligencia artificial. Los algoritmos de aprendizaje, en concreto, “tienden a que impere el masculino”. Es el caso del servicio de traducción de Google, una herramienta guiada por el número de veces que aparece mencionado “él dice”. “Cambiar esto es un verdadero reto. La gran pregunta que debemos hacernos es si los humanos podemos hacer algo por cambiar estos algoritmos para lograr el mundo que queremos”, ha asegurado.

En robótica, ha resaltado la investigadora, hay también varias cuestiones que suponen desafíos. “¿Qué género tiene un robot? Si diseñamos un robot encargado de cuidar de las personas, ¿debería ser femenino? ¿El paciente querría eso?”, se ha preguntado la experta, que percibe el género como una categoría social. Su solución para evitar que se refuercen todavía más los estereotipos es programar robots capaces de promover la igualdad entre hombres y mujeres.

Tres enfoques de género

Schiebinger es asesora de la Comisión Europea en asuntos de género mediante el proyecto Gendered Innovations, del que es directora, y que incorpora cientos de investigadores de decenas de países. Este programa muestra diversos ejemplos en los que el análisis de género ha permitido lograr avances en medicina, ingeniería y medioambiente. El objetivo del proyecto es proporcionar a los investigadores e ingenieros las herramientas prácticas para llevar a cabo los análisis de sexo y de género. El proyecto cuenta con financiación de Estados Unidos y de la Unión Europea.

Schiebinger fue la primera mujer en lograr el premio Alexander von Humboldt de investigación, entre otros prestigiosos reconocimientos. Es autora de ¿Tiene sexo la mente? Las mujeres en los orígenes de la ciencia moderna; El cuerpo de la naturaleza: el género en la construcción de la ciencia moderna. En 2018 fue investida doctora honoris causa por la Universitat de València.

CSIC Comunicación

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