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Investigadores del CSIC miden la acidificación del Atlántico Norte

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Investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) concluyeron a finales de julio la última campaña oceanográfica OVIDE, un proyecto iniciado en 2002 que tiene entre sus objetivos estudiar la acidificación del Atlántico Norte. A bordo del buque francés Thalassa, los científicos llevaron a cabo un centenar de estaciones de muestreo, desde Portugal hasta Groenlandia. Las mediciones se realizaron desde profundidades abisales, a cerca de 5.000 metros de profundidad, hasta la superficie.

El incremento de las emisiones de dióxido de carbono (CO2) procedentes de los combustibles fósiles y las industrias térmicas está influyendo en los océanos, que absorben cerca de un 30% del gas emitido. Según se acumula en la columna de agua, el océano se acidifica, lo que tiene consecuencias en la fauna marina, especialmente en los organismos con concha o estructuras calcáreas.

“El aumento de acidez está haciendo que muchas de estas estructuras calcáreas se descompongan, lo que afecta a estos organismos y sus ecosistemas”, comenta Fiz Fernández, investigador del CSIC en el Instituto de Investigaciones Marinas de Vigo.

El Atlántico norte es una región especialmente sensible a estos cambios, los cuales tienen repercusiones a nivel global porque la acidificación puede alcanzar profundidades abisales (de más de 2.000 metros). Los científicos han observado que la cantidad de CO2 de origen humano ha aumentado en las aguas de reciente formación. Además, la acidificación en esta zona del planeta podría afectar también a los ecosistemas marinos profundos en el futuro.

“Para nosotros es importante mantener las series temporales de secciones transoceánicas de alta resolución como esta, de la que ya existen datos desde hace 16 años, ya que su existencia es un resultado en sí mismo”, agrega Marcos Fontela, investigador del CSIC en el mismo Instituto y otro de los participantes en el proyecto.  

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