Diálogo entre la ciencia y el arte de la mano del CSIC y el Museo del Prado
Los visitantes de la colección permanente del Museo del Prado tienen la oportunidad, desde hoy hasta el 27 de abril, de admirar junto a algunas de las obras más célebres de la pinacoteca 150 piezas de animales, vegetales y minerales, la mayoría procedentes del Museo Nacional de Ciencias Naturales del CSIC. El objetivo es rendir homenaje al primer origen del edificio neoclásico diseñado por Juan de Villanueva, que hoy sirve de sede al Museo del Prado, como Real Gabinete de Historia Natural.
Historias Naturales. Un proyecto de Miguel Ángel Blanco plantea 22 intervenciones en las salas de la colección permanente. Minerales, animales naturalizados y en etanol, fósiles, esqueletos, insectos y meteoritos acompañan a 25 obras del Museo del Prado para introducir al visitante en una verdadera expedición científico-artística, tal y como lo imaginó Carlos III en 1785.
“Las 22 intervenciones conforman un gabinete de futuro e incorporan un punto de vista creativo, interactuando con la colección permanente y favoreciendo una nueva forma de contemplación de las obras que ayude a su extensión imaginaria”, asegura el artista y comisario de la exposición Miguel Ángel Blanco.
Una de las intervenciones más llamativas es la que aúna 19 meteoritos y el cuadro Nacimiento de la Vía Láctea de Rubens, entre ellos, el de Allende, uno de los más estudiados. Se trata de una condrita carbonácea cuya estructura sirve a los científicos para acercarse a los orígenes del Sistema Solar.
Junto a las tablas de la pareja Adán y Eva de Durero luce uno de los ejemplares más valiosos de la colección de herpetología: el esqueleto de una serpiente enroscada sobre sí misma. Los dos estudios de desnudos recuerdan el interés de Durero por las proporciones humanas y el esqueleto es un reflejo de la sinuosidad de sus figuras.
Tres anfibios y reptiles naturalizados y conservados en frascos históricos acompañan el óleo El aquelarre de Goya. Se trata de un sapo común (Bufo bufo), una cobra (Naja melanoleuca) y una salamandra (Salamandra salamandra gallaica). Junto al cuadro se ha colocado también el esqueleto de un murciélago conservado en una campana de cristal, así como el cráneo con cuernos de un alcélafo o búbalo común(Alcelaphus major), que se colgará de manera invertida.
Tampoco dejarán indiferentes a los visitantes los 75 insectos que se sitúan junto al tríptico El carro del heno de El Bosco. Las piezas, colectadas y estudiadas a lo largo de los últimos 100 años, y entre las que se encuentran libélulas, escarabajos, saltamontes, grillos, insectos palo, mantis religiosas y avispas, se muestran expuestas dentro de una gran caja. La mayoría proceden del extranjero, pero hay algunos ejemplares que fueron capturados en la Península y en las Islas Canarias, y alguno no muy lejos del Museo del Prado; es el caso de una libélula capturada en la Casa de Campo de Madrid.
En la rotonda de Ariadna, presidida por la escultura Ariadna dormida (Anónimo, 150 – 175), se puede ver, suspendido del techo, el esqueleto de un delfín. La sombra de sus huesos, que se asemejan al mármol amarfilado de las esculturas, se proyecta sobre la Venus del Delfín (Anónimo clásico, 140-150 d.C.).
Otra de las instalaciones que mejor define la obra de Blanco es su intervención en el cuadro de Patinir El paso de la Laguna Estigia. En primer plano se ha colocado una enorme roca de azurita, carbonato básico de cobre que el artista usó como pigmento.
Miguel Ángel Blanco (Madrid, 1958)
Es uno de los más destacados artistas españoles vinculados a la naturaleza. Vivió durante años en la Sierra de Guadarrama, que ha sido su territorio artístico por excelencia: en 2006 le dedicó una exposición en La Casa Encendida de Madrid, titulada Visiones del Guadarrama. Miguel Ángel Blanco y los artistas pioneros de la Sierra, en la que sus libros-caja dialogaban con las pinturas de paisajistas españoles del siglo XIX.
Ha expuesto diversas selecciones de la Biblioteca del Bosque, su proyecto artístico y vital más importante, en la Biblioteca Nacional de España, en el Museo Nacional de la Estampa en México D.F., en la Fundación César Manrique de Lanzarote, en la Calcografía Nacional y en la Abadía de Santo Domingo de Silos (Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía), entre otros lugares. En 2008, el Ministerio de Cultura le encargó un proyecto para rendir homenaje al haya muerta en el jardín de la Fundación Lázaro Galdiano, donde inauguró después la exposición Árbol caído, centrada en la relación entre árbol y tiempo.